Virgen del Adviento. Esperanza nuestra.
De Jesús la aurora, del cielo la puerta.
Madre de los hombres, de la mar estrella
llévanos a Cristo, danos sus promesas.
Eres virgen madre, de la gracia llena
del Señor la esclava, del mundo la reina.
Alza nuestros ojos hacia tu belleza
guia nuestros pasos a la vida eterna.
En
esta tercera semana de Adviento, es imposible preparar la Navidad
prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que
poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto.
Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del
Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó
también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como
popularmente también se le denomina hoy. Fue en España,
concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el
año 656, siendo San Eugenio III el obispo de aquella sede y que
posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se
tomó bastante en serio propagar. La intuición del pueblo
denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O"
está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o
esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada
de la Virgen grávida. El origen del título es no obstante más
espiritual, más fino, más litúrgico y menos somático. Tiene su
origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan
con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!